Seguridad fuera del Trabajo

Tradicionalmente se ha manejado la estadística de que por cada accidente ocurrido en el trabajo ocurren 3 fuera del mismo. Parecería entonces que las calles y hogares son más peligrosos que una construcción, una refinería, una metalúrgica, por no decir una procesadora de alimentos o hasta una farmacéutica. Para quienes hayamos estado en cualquiera de esos lugares sabemos que nada más alejado de la realidad. Sin embargo, hay una diferencia: mientras en las industrias están conscientes de sus peligros y riesgos, en la vida cotidiana creemos que estamos libres de todo mal y que las cosas malas sólo les ocurren a los otros.

A pesar  de que los días perdidos por incapacidades debido a accidentes de motocicletas llegan a superar con creces a las ausencias provocadas por lesiones laborales, el esfuerzo dedicado a la Seguridad Fuera del Trabajo de manera formal en las empresas es casi nulo, limitándose en ocasiones a elementos promocionales de temporada: cuidado en la carretera y las playas en Semana Santa, prevención de quemaduras por fuegos artificiales y extensiones de bombillos en Navidad, y una que otra medida prevención relacionada con los artefactos eléctricos en el hogar. Todas estas reflexiones fueron hechas mientras intentaba dormir en el interior de una casa de campaña, en medio de la lluvia y el frío de la madrugada, con el agua entrando a la tienda, en Las Pirámides, Valle Nuevo, a 2,350 metros sobre el nivel del mar.

Todo venía a cuento porque había muchas cosas aprendidas de la prevención de riesgos en la empresa que me hubieran evitado esa mala noche:

En temporada ciclónica somos enfermizos vigilando «The Weather Channel», y pedimos vigilar a cada paso el movimiento de una depresión tropical que se está formando en Cabo Verde antes de decidir si es seguro que se inicie un trabajo dentro de una semana. Sin embargo, no somos capaces de cambiar nuestros planes de fin de semana aun cuando esté lloviendo a cántaros.

Analizamos de forma estricta las especificaciones de los equipos que adquirimos, asegurando que sean certificados por ANSI, NIOSH, UL, FM, pero cuando vamos a comprar un colchón de aire dejamos de lado uno que es autoinflable para adquirir otro normal que cuesta menos, olvidando que para llenarlo tendremos que gastar combustible del vehículo, suficiente para en varios usos pagar la diferencia.

En la misma línea anterior, en la empresa apreciamos los equipos que incorporan funciones adicionales, pero al comprar una casa de campaña preferimos la que no tiene toldo para cubrir de la lluvia a la entrada, pues no es verdad que exista la Ley de Murphy y ya he estado allí muchas veces y nunca ha llovido.

El rosario tiene más cuentas, pero vamos a dejarlo ahí, con la reflexión final de que el mejor programa de seguridad fuera del trabajo es hacer que el programa de seguridad y salud en el trabajo funcione de forma excelente y que todos los que participen de el hagan de sus postulados principios de vida y los lleven a cada lugar donde vayan luego de cruzar la puerta de la empresa.

8/3/2009

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